El gran Lebowski (1998) es, sin duda alguna, su pantomima perfecta, tal vez su película más redonda y probablemente la mejor comedia del cine mundial en las últimas décadas. Absurda e hilarante hasta decir basta, es difícil decidir qué es más gracioso, si Jeff Bridges deambulando en pantuflas o Julianne Moore enloquecida pintando en pelotas desde un trapecio, John Goodman vestido de mercenario o Philip Seymour Hoffman de mayordomo rastrero, los nihilistas montando sus movidas terroristas o Sam Elliot dando la chapa gratis.
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