Todos hemos escuchado alguna vez la frase… "el chiste no tiene mucha gracia, pero me parto con la forma en que lo cuenta". Esta frase podría explicar la eterna duda de por qué las personas del mundo se dividen en graciosas y no graciosas. ¿Por qué el mismo chiste contado por una persona considerada seria no nos divierte tanto como si lo contara un graciosete redomado?. Los investigadores han encontrado que la forma en que la gente percibe una broma divertida depende de la persona que la está soltando, no de la calidad intrínseca del material.
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