Visto el historial, parece casi un requisito obligatorio: para ganar el Nobel de la Paz hace falta una amplia experiencia en guerras. Al lado de otros ilustres premiados, como Henry Kissinger, el pasado de Al Gore es poca cosa. Es un premio merecido, pues ha conseguido que los problemas que ya está provocando el cambio climático dejen de ser un tema marginal y estén en la agenda de todos los políticos. Pero antes de luchar contra la contaminación, Al Gore estuvo embarcado en otras batallas menos presentables.
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