Me resulta patético que el Vaticano acabe de condenar la obra Nada más que el amor. Un marco para una ética sexual cristiana, de la monja teóloga Margaret A. Farley. La condenan. ¿Y por qué? Por sostener que la masturbación como tal no plantea ningún problema moral, que las relaciones homosexuales –al igual que las heterosexuales– son buenas si hay amor, que el matrimonio homosexual tiene la misma dignidad del heterosexual, que el matrimonio se disuelve cuando por lo que sea ya no hay amor, y que los divorciados hacen bien si vuelven a casarse…
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