En 2010, cuando quedaba poco menos de un año para la disolución de las Cortes y en medio de una formidable crisis financiera, José Luis Rodríguez Zapatero echó el freno. Dio carpetazo a la prometida reforma de la Ley de Libertad Religiosa. No era el momento, argumentó. La modificación legislativa se quedó en un cajón y nunca más salió de él. Quizá hasta ahora. El Gobierno de coalición de Pedro Sánchez está decidido a retomar esa iniciativa para "avanzar en el reconocimiento de la diversidad religiosa" y en la neutralidad del Estado.
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