Todos a avalar de nuestro bolsillo. Esa es la decisión tomada unilateralmente por el Gobierno. Sin consultar, sin reparos, sin luz ni taquígrafos, sin vergüenza. Y es que, como la trampa contable que convertía los créditos fiscales de la banca en activos les ha salido mal porque la inminente normativa de Basilea III prohibe tal martingala, ahora el Gobierno decide convertir esos futuros beneficios fiscales de la banca directamente en activos avalados por el Estado.
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