La investigación en España ha pasado de una fase de expansión poco exigente cuando había abundancia a un parón brusco. Impulsados por la abundancia, el movimiento de jóvenes investigadores “precarios” se empeñó en profesionalizar la formación científica. El resultado es que desde el año 2012 las becas de doctorado se reemplazaron por contratos con un coste que duplica al de las becas, a la vez que se daba una caída de más del 50% en la financiación para formación de doctores.
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