El Gobierno no se casa con nadie y, en algunos casos, ni siquiera parece dispuesto a cogerse de la manita. Los bancos, las cadenas televisivas, los sindicatos, los trabajadores y también los jubilados, e incluso los colegios profesionales cubren de muescas la culata de ese vengador justiciero con toda la barba, implacable en la conquista de un interés general que la crisis ha convertido en incompatible con los derechos particulares de los agentes económicos. El sheriff Rajoy apunta ahora al mercado energético para recortar.
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