Medio Ambiente no cree que exista riesgo de desaparición si deja de matarse en la plaza y avala su explotación cárnica. Los defensores de la lidia se quedan sin uno de sus argumentos más manidos, el de que sin espectáculos taurinos el toro bravo desaparecería como raza. Desde el Gobierno se considera perfectamente viable su existencia aunque se reduzca de modo considerable el número actual de corridas de toros.
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