Era un peligro y un desafío sin precedentes, pero en plena época medieval de construcción de catedrales, en la localidad catalana de Girona optaron por una decisión arquitectónica que se consideró temeraria: construir una catedral de una sola nave, y no como las naves góticas, con tres espacios. La decision acarreó críticas y posicionamientos en contra, pues se consideraba imposible hazaña: “Una navi est magnum periculum”.
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