Al oscurecer y falsificar las lecciones del Holocausto perpetuamos el mal que lo definió. El Holocausto se convirtió en un arma casi desde el momento en que se fundó Israel. Fue bastardeado para servir al estado del apartheid. Si olvidamos las lecciones del Holocausto, olvidamos quiénes somos y en qué somos capaces de llegar a ser. Buscamos nuestro valor moral en el pasado, más que en el presente. Condenamos a otros, incluidos los palestinos, a un ciclo interminable de matanzas. Nos convertimos en el mal que aborrecemos. Consagramos el horror.
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