Hasta las más rancias democracias tienen en sus sótanos trastos olvidados que nadie quiere recordar. Es necesario dejar esos oscuros episodios de la historia guardados en el rincón oscuro porque en caso contrario sería mucho más difícil llenarse la boca de expresiones como «derechos humanos» a la hora de echar en cara a terceros países sus prácticas poco éticas para con sus ciudadanos.
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