Es un lugar común señalar el envejecimiento de la población como el principal acelerador del gasto sanitario, ya casi insostenible. Los viejos, efectivamente, requieren más asistencia médica y por individuo consumen más recursos, varias veces más, que los no viejos. En 2004, el gasto sanitario en Estados Unidos por persona de 65 o más años fue de 14.500 dólares (10.752 euros) y de 25.700 (19.000 euros) el de un octogenario, el triple y el quíntuplo, respectivamente, del de un norteamericano de entre 19 y 64 años: 4.500 dólares -3.337 euros-
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