Los granjeros chinos están tendiendo trampas a águilas y a otras aves rapaces y arrojándolas vivas y atadas a gallinas de corral, facilitándoles de esta manera que se puedan vengar. Estos granjeros aseguran que las aves rapaces quedan tan aterrorizadas después de esta experiencia que ya no vuelven a intentar cazar a las gallinas. Hartos de ver como sus gallinas eran cazadas durante años, desde la impotencia, ya que no podían matar a las águilas pues le supondría el pago de multas o incluso la cárcel, los granjeros han adoptado estas prácticas.
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