Dice la -en este caso- equivocada cultura popular que un ejemplo de la adaptación de la lengua al medio en el que vive es que los esquimales tienen multitud de palabras para designar la nieve. El origen de este error se sitúa en el antropólogo Frank Boas, que en 1911, explicaba esto con cuatro palabras de diferente lexema para otros tantos tipos de nieve. Pero que no cunda el pánico. Hay una muestra con más palabras y mucho más cercana: El idioma gallego contempla más de 70 vocablos para su nieve particular: la lluvia.
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