Los ricos de familia no saben nada de los pobres, salvo que sigan con la inercia antigua de la caridad de ropero; en aquellos tiempos, no tan lejanos, las señoronas iban a coser a las parroquias para vestir a los que no tenían nada. Ahora hacen rastrillos fingiendo que son criadas por un día. Todo evoluciona para no cambiar.
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