De buenos e ingenuos que son nuestros líderes, abusan de ellos. Ahora es muy fácil decir que Gadafi es un sátrapa despiadado pero en 2003, cuando Aznar quiso ser el primer mandatario que pisara Libia tras el levantamiento de las sanciones de la ONU, sólo se sabía que era un poco terrorista. El entonces presidente corrió a darle la bienvenida a la comunidad internacional no por el petróleo, que nuestra diplomacia jamás se mueve por intereses tan viles, sino por la inextinguible amistad hispano-libia, y Gadafi le regaló un pura sangre.
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