Balinskaya, de nacionalidad ucraniana y 25 años, recuerda ahora desde su casa natal cómo trabajó junto al dictador libio sin problema alguno. Es más, le admira y guarda buenos recuerdos de él. Lejos de las arenas de Libia, Balinskaya recuerda los dos años en África junto a su marido serbio y reconoce que sentiría mucho que fuera capturado o asesinado. "Gadafi nos tuvo en mucha consideración. Nos preguntaba si éramos felices y teníamos todo lo que necesitábamos".
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