"Querida madre y hermana: Hace días que no sabéis nada de mí pero he aquí la causa. Hace 2 o 3 días dije en el cuartel que no podía coger las armas y me amenazaron y entonces deserté". Así comienza la carta que Antonio Gargallo Mejía (1918-1937), el primer objetor de conciencia de nuestro país, escribió a su familia poco antes de que lo fusilaran.
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