[...] "De modo que si algún empresario que busca ahorrar unos euros en informática se interesa por el software libre, encuentra que sus defensores más conspicuos son o unos radicales que le ven como un capitalista explotador o unos empollones frikis que le desprecian por no saber usar la consola para compilar la última versión del kernel. Así, el ruido y los mensajes furibundos de los fundamentalistas del software libre acaba por perjudicar a tantas pequeñas empresas que podrían beneficiarse de él".
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