Cientos de ordenadores apilados junto a terminales de teléfono, cartelería, felpudos, e incluso paraguas, duermen el sueño de los justos mientras acumulan polvo en una nave de Camargo. Todos ellos fueron comprados por la Fundación Comercio Cantabria, uno de los buques insignia del anterior Gobierno fletado para dinamizar la actividad comercial y sobre el que ahora planea una auditoría de gestión que el actual Ejecutivo está decidido a encargar.
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