El funcionario entró en el gimnasio, donde varios internos practicaban boxeo. El condenado se mostró entendido en la materia, por lo que el preso finalmente lesionado se prestó a realizar con él “un juego de marcaje de golpes de boxeo sin impacto real”. Pero, en un momento determinado, “sin cruzar palabra alguna, el acusado propinó un rodillazo al interno en la zona testicular”. A consecuencia del golpe, el preso tuvo que ser intervenido y perdió finalmente uno de los testículos. Ha sido condenado a ocho meses de prisión.
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