Los fuegos artificiales provocan consecuencias perjudiciales para el medio ambiente, desde ruidos y contaminación a alteración del comportamiento de la fauna e incendios forestales. Problemas que vienen incrementándose, en la misma proporción que la cantidad de materiales pirotécnicos usados en las exhibiciones actuales. Y lo peor de todo, para su fabricación se utilizan sustancias como el perclorato de potasio o amonio, que tras las explosiones se concentran en las aguas próximas a la realización de los espectáculos.
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