Al poco tiempo de producirse la muerte de Julio César, se produjo una gran dispersión en el senado romano, los conspiradores y testigos huyeron en desbandada, algunos a sus hogares, pero la mayoría se refugiaron en el templo de Júpiter. Un lugar fácil de defender. Los hombres ahí refugiados eran poco más de una veintena, unos veintitrés según las fuentes, pero hoy en día se propone que eran entre cuarenta o sesenta senadores. Eutropio y Suetonio incluso elevan esa cifra. Es Plutarco en “Vidas Paralelas” el más comedido.
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