400.000 euros en la construcción de un frontón en un municipio riojano de 18 habitantes. 310.000 euros para la construcción de otro frontón en otro pueblo de La Rioja de 250 habitantes y 4 millones de euros en la construcción de un complejo deportivo, frontón incluido, en otra localidad con 600 vecinos. Son algunas de las barbaridades urbanísticas cometidas en los años de bonanza en La Rioja y alimentadas por la burbuja inmobiliaria.
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