La frontera que existe entre Corea del Norte y Corea del Sur tiene nada más y nada menos que 238 km de longitud. Más allá de las características físicas, esta valla permanente les recuerda a ambos países que la guerra acabó, pero la tensión no. Lo corroboran los checkpoints previos a la zona desmilitarizada que puede visitarse —más conocida como DMZ (Demilitarized Zone)—, la presencia constante de militares (en una zona en teoría pacífica) y la innumerable cantidad de reglas que hay que cumplir para acceder allí.
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