Parece que Felipe Juan Froilán de Todos los Santos ha vuelto de su periplo por tierras árabes con las ganas de juerga renovadas. A quien tuviera la brillante idea de trasladarlo temporalmente a Abu Dabi, a hacerle compañía a su abuelo, no se le ocurrió que al juntar a los dos borbones más revoltosos de los últimos decenios podía producirse este efecto bumerán. Lo lógico hubiese sido enviar a Froilán a una academia militar, a un convento de clausura o a varear aceitunas, pero la lógica y los borbones nunca se han llevado muy bien desde los tiemp
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