El Führer no se atrevió a deportar a los catalanes al Norte de Africa como precio de sangre de su aliado para entrar en la guerra como era deseo de Franco. Para la retorcida mente de Hitler una cosa era hacer "desaparecer" a judíos en el III Reich y en los territorios ocupados por la Werhmacht y otra, deportar a un pueblo europeo a Africa porque se lo pidiera el judío converso de Francisco Franco Bahamonde.
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