Las inquietudes del anarquismo han estado dirigidas a las formas de práctica y de ahí su famosa insistencia en unos medios acordes a los fines: resulta imposible generar libertad utilizando el autoritarismo. Graeber considera que esa coherencia, que anticipa en la cotidianeidad la sociedad libertaria del futuro, no encaja muy bien en una institución arcaica como la universitaria. Un profesor ácrata debería, al menos, cuestionar el funcionamiento de las universidades y eso únicamente le puede acarrear problemas.
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