Para vomitar. Recuerdo yo cuando este edificio temblaba bajo los efectos de las broncas de don Manuel: ¡¡¡Le he dicho que noquierovermásinformes hechosconlospiesquésehacreídoustedaminosemepuedepreentaresezurulloynovhskdguevszfwzgsbh!!! El trabajo con él era doble: primero, entender lo que te decía, que en eso había auténticos expertos. Oías “Ahdleurhcbkjfwe” y te traducían: que vayas llamando al chófer. Y luego acertar en los detalles, que maniático era hasta desesperar. Con la edad se fue apaciguando, pero lo que ganaba en carácter lo perdía
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