No ha sido un proceso imperceptible, sino bastante acelerado y evidente. Hace tan solo un año una demanda tan descarnada como la enunciada por Alberto Vázquez Figueroa en una reciente entrevista a San Borondón, seguramente habría sido escasamente apoyada, e incluso muy censurada por la masa comentadora. Pero hoy es aplaudida y compartida por cientos de personas cada vez más hartas e indignadas.
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