Después de caer 10,9 por ciento en 2002, la economía argentina encadenó subas de entre el 7% y el 9% entre 2003 y 2010. El arranque de 2011 confirmó la continuidad de esa tendencia. Hoy parece ciencia ficción una imposición de las recetas de la ortodoxia. Porque lo que se afianzó es un modelo orientado a la producción, al mercado interno, con un tipo de cambio competitivo y, sobre todo, con una intervención cada vez más decidida del Estado en la economía, con una preeminencia de la política sobre visiones tecnócratas.
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