O un codicioso, o un orgulloso, o un intrépido, o un vanidoso, o un glotón…Durante el siglo XIX, una curiosa teoría científica (hoy considerada obsoleta) desarrollada por un anatomista alemán y su discípulo, dio una nueva explicación que fue extremadamente popular en aquella época.Mediante el estudio de la forma y estructura del cráneo humano, en el que previamente se habían ubicado veintisiete zonas cerebrales y que estarían en más o en menos desarrolladas por cada individuo, sería posible determinar el carácter y los rasgos de la personalidad
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