Casi desconocido, el empeño de Henry Ford por crear una fábrica en medio de la Amazonía en 1927 es buena muestra de un utopismo industrial capitalista de corte autoritario, con algunos rasgos delirantes a medio camino entre el realismo mágico latinoamericano y la extravagante épica amazónica que reflejan películas como Fitzcarraldo, de Werner Herzog, o La costa de los mosquitos, de Peter Weir. Tal parece que lo único peor que una multinacional visionaria es lo que ahora tenemos: multinacionales sin otra cosa que dinero.
|
etiquetas: fordlandia , ford , selva