Castigado por el Poder encarnado en los dioses, Sísifo fue condenado a empujar una enorme piedra cuesta arriba por la empinada ladera de una montaña. Y cuando su perseverancia le permitía por fin vislumbrar la cima después de un prolongado sufrimiento, la piedra que con agonía había empujado... rodaba ladera abajo, de forma que Sísifo debía comenzar de nuevo. Y así, una y otra vez. Tal fue el castigo de los dioses.
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