Al contrario de lo que proclaman sus responsables, el FMI no es la institución que ayuda a los países en crisis, sino la que impone programas draconianos de austeridad y que defiende un modelo económico estructuralmente generador de pobreza y desigualdad. Es el propio accionar del FMI y de aquellos que sostienen la mundialización neoliberal lo que hace recaer el peso de la crisis sobre las poblaciones, que son sus primeras víctimas.Si se puede hablar de rescate en este asunto, se trata de el de los bancos, mientras los pueblos son sacrificados.
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