El partido más votado en Bélgica se presenta a las próximas elecciones con una propuesta radical: construir un país sin primer ministro, sin servicio diplomático propio ni seguridad social común. La oferta es rompedora, pero no rupturista. Porque los nacionalistas flamencos de la N-VA, la primera fuerza del país, han aparcado su defensa de la independencia para emplearse en batallas más prácticas.
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