El físico Ramón Méndez estaba sentado en su oficina universitaria de Montevideo cuando recibió la llamada telefónica inesperada que cambiaría su vida… y la forma en que Uruguay produce electricidad. Quien llamaba era el ministro uruguayo de Industria, Energía y Minería para invitarlo a liderar una transición energética que redujera la dependencia del país de los combustibles importados. “Me hicieron una propuesta loca”, rememora Méndez. “Y yo hice algo aún más loco, que fue aceptar”.
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