En 1989 el género del beat’em up callejero se había convertido en uno de los más populares gracias a títulos como Double Dragon, y sus diversas secuelas. Por entonces Capcom ya era sobradamente conocida por juegos como 1942, Ghosts’n Goblins, Street Fighter o Ghouls’n Ghosts. Pero aquel año, la compañía aportó a los arcades su particular visión de los “yo contra el barrio” llamada Final Fight. Un clásico que contribuyó a forjar la leyenda de mágica que todavía hoy planea sobre la compañía.
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