Hoy día es raro ver un cadáver excepto si el fallecido es alguien cercano. Los cementerios están a las afueras de las ciudades y los muertos se velan en edificios impersonales diseñados al efecto. Después se incineran o se entierran, y la vida sigue. Podría decirse que la muerte no tiene más sentido que provocar pérdida y dolor en los que se quedan. ¿O no?La periodista estadounidense Mary Roach se embarcó en 2002 en una insólita tarea: reivindicar el papel de los cadáveres en el avance de la medicina.
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