Pocos lo recuerdan ahora; Marcelo Bielsa, sin embargo, no lo olvida. Todo empezó mal, atravesado. En la tercera jornada, el Athletic aún no había ganado un partido y el run-run de los puristas de San Mamés era inquietante. Corría el minuto 12 cuando el Betis anotó su segundo gol por medio de Nacho. Amorebieta se giró al banquillo y vio a Bielsa desgañitarse. Llegó el descanso y el vestuario del Athletic se cerró a cal y canto. Todos esperaban una bronca monumental del Loco que, contra pronóstico, rebajó su habitual vehemencia y advirtió: “Bueno
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