Nadie ha felicitado a independentistas, nacionalistas, colectivos proselecciones vascas, ateos del deporte ni a cualquier otro ciudadano que se manifestó o se sentía contrario a la visita de la España del baloncesto. Pues lo merecen. A ojos de la democracia, tan legítima era la presencia de la selección como la oposición responsable a un 'experimento' que no era difícil reventar.
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