Aseguró que lo entrevistan porque en su programa no se casan con nadie. Ese, justo ese, es el problema. La actitud de los tibios y conniventes, los cobardes, liberales de saldillo, que creen que frente al fascismo no hay que tomar partido. La de aquellos que equiparan a partidos que representan la tolerancia y el respeto a la vida de todos los individuos, frente a discursos de odio que consideran que los gays o las personas migrantes son ciudadanos de segunda. Son estos personajes el aceite que permite al engranaje del odio funcionar.
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