Los compañeros de EGB que acompañaron a S. al instituto la sometieron a un régimen de terror en el colegio. En los últimos años, obligaban a la chica a practicarles felaciones en grupo o por separado. Fue sometida a violencia física. Era humillada a todas horas. Las indirectas y risitas a su paso ya en el instituto no eran otra cosa que amenazas, el recordatorio de la Omertá.
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