Aún no he oído a nadie siquiera mencionar qué vamos a hacer con los publicistas cuando, cautivo y desarmado, el capitalismo se disuelva por fin. En efecto, la clase publicista merece un castigo ejemplar. No sólo son culpables de la perpetuación del consumismo, que ya da para temporadita en un gulag soriano, sino también de la continuidad de los más lamentables y rancios roles de género. No hay más que ver el terrible espectáculo que dio Media Markt durante la Eurocopa, y en la misma línea, Coca-Cola.
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