El viernes, en el parque, mientras don Artur peloteaba con sus amiguitos -amigotes, diría yo, que los niños, todos menos el mío, me parecen siniestros enemigos a batir-, leí el libro del que habla todo el mundo, ese llamamiento a la «rebelión pacífica» que reseñan incluso en Informe Semanal. No parece muy razonable elegir la Resistencia Francesa como modelo para una rebelión pacífica. La Resistencia, como reconoce el propio Hessel, no dudó en hacer descarrilar trenes, poner bombas y (...)Así que, «indignados ya estamos, pero faltan huevos»
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