Lara dejó los hospitales públicos para empezar a trabajar en una clínica privada pese a que “el sueldo era vergonzoso”. “Primaba para mí tener un contrato más largo que dos meses y me prometieron que me harían indefinida. Yo quería comprar una casa y necesitaba esa situación laboral para poder pedir una hipoteca”, cuenta. Tras unos meses en la privada, se formó en oncohematología y se reconcilió con la profesión. Pero la pandemia hizo saltar todo por los aires. La colocó “al límite” y disparó su salida fuera de los hospitales. “No quería ni san
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