En algunos sitios de Galicia huele mal. Muchas ciudades de la comunidad viven rodeadas de olores molestos y en ocasiones también tóxicos, procedentes de vertidos, depuradoras, fábricas, vertederos o granjas. A pesar de las continuas quejas de los afectados, las distintas Administraciones aseguran que tienen las manos atadas. Y todo porque ni el Gobierno central ni el autónomo cuentan con una legislación que controle estos hedores y sancione a las entidades emisoras.
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