El mundo educativo está repleto de falsas disrupciones que, más allá de cambios abruptos de modelo, tan sólo maquillan estéticamente modelos tradicionales. Lo único que se modifica son las estrategias y las herramientas que se usan. Algo que, más allá de cambios formales, aporta bien poco a un cambio global de paradigma. Si no hablamos de la desaparición de centros educativos, eliminación de currículums, agrupamientos intergeneracionales o asumir que las instituciones educativas deben eliminarse, estaremos hablando siempre de lo mismo.
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