«Siempre. Buenos días tristeza. Buenas tardes reticencia. Buenas noches esperanza». Este canto a la vida está extractado de uno de sus últimos artículos en El Día de Valladolid. Un escrito en el que Araceli Simón Moreno rastreaba entonces su vida. Un texto ahora huérfano después del fallecimiento la madrugada del lunes de la escritora salmantina, afincada desde hace muchos años en la capital vallisoletana. La también pintora murió en un centro hospitalario de la ciudad tras una complicación de su enfermedad, el Parkinson.
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